9 de octubre de 2015

Los menores y las nuevas tecnologías

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Acabo de iniciar el MOOC titulado “Seguridad TIC y menores de edad para educadores” (#SeguridadTICmenores), puesto en marcha por Red.es en colaboración con el INTEF, y se nos ha propuesto como primera actividad que respondamos a la siguiente pregunta: ¿Consideras que estamos preparados para “educar” y acompañar a nuestros menores en el uso de las TIC e Internet? 

Aunque esta es una cuestión que no admite un “sí” o un “no” rotundo por respuesta, lo cierto es que son muchas las ocasiones en las que dejamos a los menores totalmente expuestos e indefensos ante los riesgos que entraña el mal uso de las nuevas tecnologías. Nos preocupamos por conocer a los amigos que tienen nuestros hijos en el mundo real, pero no consideramos que sea importante indagar sobre sus amistades del mundo virtual. Les advertimos desde pequeños del peligro de hablar con desconocidos en la calle, pero después los dejamos solos delante del ordenador durante horas navegando por un mundo digital que se nos escapa de las manos. No nos preocupamos de formarnos e informarnos y, por lo tanto, no podemos ayudar a nuestros hijos, por lo que acabamos convirtiéndolos, sin darnos cuenta, en huérfanos digitales. Los abandonamos a su suerte y, cuando los medios de comunicación nos alertan de peligros como el ciberbullying, el grooming o el sexting, la alarma social se dispara y son muchos los padres que llegan a plantearse incluso prohibir a sus hijos el uso de las nuevas tecnologías. 

Pero la prohibición no es la solución. Prohibir a nuestros hijos usar el teléfono móvil y las redes sociales es aislarlos del mundo. Es como obligarlos a vivir en otro planeta. Las nuevas tecnologías están ahí, forman parte de su mundo, y lo que debemos hacer es educarlos para que hagan un uso responsable de ellas. Es indudable que las redes sociales ofrecen muchas ventajas e infinitas posibilidades, pero es nuestra obligación como padres y educadores advertirles a los jóvenes acerca de sus posibles peligros, que pueden manifestarse en una doble dirección: los menores pueden ser víctimas y sufrir amenazas o chantajes, pero también pueden convertirse en verdugos cuando el desconocimiento de las más mínimas normas de netiqueta les llevan a difundir datos o informaciones sensibles de otras personas causando así un daño irreparable. En definitiva, se trata de educar para prevenir y para proteger. Y, en este sentido, es imprescindible la implicación no solo de los padres sino también de los docentes. De hecho, los que nos dedicamos a la enseñanza debemos sensibilizar a los jóvenes para que sean conscientes de qué es la identidad digital y, sobre todo, de la importancia de preservar sus datos, ya que la revelación de información personal sensible (direcciones, fotografías comprometedoras...) puede convertirlos en víctimas. Y también debemos hacerles ver que utilizar las redes para insultar, acosar o difundir información injuriosa puede ser considerado, según las circunstancias, un ilícito penal.

Y aprovecho la ocasión para dejar aquí dos vídeos que nos muestran los peligros de sobreexponer nuestra intimidad en las redes sociales:




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