16 de junio de 2015

Unidad 4. Tarea 1. Introspección sobre mis prácticas de evaluación

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Se nos plantea como primera actividad de la unidad 4 que realicemos un ejercicio de introspección en el que analicemos las prácticas de evaluación que ponemos en funcionamiento como docentes. Para ello tenemos que responder a las siguientes cuestiones:
  • ¿Cuáles son las prácticas de evaluación que utilizas en tu trabajo docente?
  • ¿Qué estrategias de evaluación utilizas?
  • ¿Qué tipo de evaluación te proporcionan?
  • ¿Te permiten ver a los aprendices actuando o solo replicando una lección que previamente has explicado?
  • ¿Te permiten valorar un buen número de competencias en tus estudiantes?
  • ¿Qué nivel de satisfacción expresarías con tus estrategias de evaluación?
Y, a continuación, en un plano más general, se nos propone que también demos respuesta a estas cuestiones:
  • ¿Quién evalúa en tu centro? ¿Los docentes exclusivamente? ¿Los docentes y el alumnado? ¿Otros agentes?
  • ¿Qué se evalúa? ¿Sólo los contenidos propios de “saber”? ¿También el “saber hacer”? ¿Actitudes?
  • ¿Cuándo se evalúa? ¿Al final de cada unidad, al final de un número determinado de unidades o al final del trimestre?
  • ¿Cómo se evalúa? ¿Con qué tipo de herramientas?

Por tanto, son muchas las cuestiones que se plantean aquí. Intentaré dar respuesta a todas ellas.

Mi manera de evaluar y las estrategias que utilizo para ello han sufrido un cambio brusco desde que comencé a impartir clases hace veinticinco años. En aquellos lejanos tiempos acababa de salir de la universidad, tenía solo 22 años y mis únicas referencias sobre prácticas evaluadoras eran aquellas que había padecido siendo estudiante. Así que comencé a aplicarlas por inercia, repitiendo un modelo que hoy veo como obsoleto y absurdo. Por lo tanto, en mis primeros años como docente la única herramienta evaluadora que utilizaba eran los exámenes escritos y lo único que tenía en cuenta eran los contenidos. Sin embargo, con el tiempo y la experiencia he ido evolucionando y modificando mis prácticas de evaluación, aunque soy consciente de que mi margen de mejora es todavía bastante amplio. Ahora, por ejemplo, aunque sigo haciendo exámenes, éstos representan únicamente un 50% de la nota final, y he desterrado de ellos los contenidos puramente teóricos para centrarme en procedimientos. Además, el hecho de no utilizar libros de texto y de trabajar cada vez más con proyectos, me ha llevado de forma casi intuitiva a utilizar rúbricas de evaluación para valorar las actividades y tareas que van realizando los alumnos. Y es que, aunque las rúbricas no sean la panacea evaluadora, las considero muy útiles y justas. Además, se las presento a mis alumnos el mismo día que les planteo cualquier actividad y se han acostumbrado tanto a ellas que hasta me las piden: “¿Y la rúbrica?” – me preguntan. (Inciso: cuando cuento esto por ahí a algunos profesores les hace gracia; otros, en cambio, me miran con cara de “¿y qué narices es una rúbrica?”. Increíble, pero cierto). Así mismo, tengo en cuenta a la hora de evaluar a mis alumnos su portafolio personal. En cualquier caso, reconozco que, de momento, la única persona que los evalúa soy yo. Porque, aunque soy consciente del valor de la autoevaluación y de la coevaluación, es algo que todavía no practico. Lo reconozco y no sé si debo autoflagelarme por ello. Supongo que sí.

En cuanto a quién, qué, cuándo y cómo se evalúa en el centro en el que yo trabajo, éste es un tema muy complejo y difícil de responder. No obstante y por lo que yo sé, en mi instituto generalmente evalúan únicamente los docentes, y la mayoría de ellos sigue evaluando solamente contenidos. Además, un elevado porcentaje del profesorado utiliza como única herramienta de evaluación los exámenes escritos. Y lo más sorprendente de todo es que nunca jamás se han planteado hacer las cosas de otra manera. Será por eso por lo que se han estancado en el inmovilismo y la comodidad. Por eso o porque cada vez estamos más asfixiados por la burocracia y más hundidos en medio de un mar de papeleos sin fin que no nos dejan ni respirar.

De todos modos, me parece un contrasentido que se hable de innovar, de mejorar la calidad de la enseñanza y de utilizar múltiples herramientas de evaluación cuando a todos los profesores que hemos pasado por una oposición se nos ha pedido que “vomitemos” unos contenidos que previamente habíamos memorizado. Es decir, se nos ha pedido que fuéramos una especie de “Wikipedia” con patas y se ha hecho con nosotros lo que se supone que nosotros no debemos hacer con nuestros alumnos. Habría que replantearse eso y muchas cosas más si queremos cambiar el sistema y abandonar un método de enseñanza decimonónico que, desgraciadamente, sigue todavía vigente en nuestras aulas.

1 comentario:

  1. Fantástica reflexión, Itziar. Coincido con la mayoría de tus comentarios, aunque aún estoy comenzando a gatear en este oficio. Hay que traer (y atraer) a los compañeros a este camino. Merece la pena intentarlo.

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